Es la mejor noticia que hemos tenido en todo el año: un estudio sugiere que el consumo de queso podría ser la llave para acelerar el metabolismo y reducir la obesidad. Científicos de la Universidad de Aarhus en Dinamarca investigaron el hecho de que los franceses tienden a prolongar una vida saludable mientras mantienen dietas altas en grasas saturadas.
Aunque la mayoría de las explicaciones para este fenómeno, conocido como la paradoja francesa, se centran en el consumo de vino y el estilo de vida, este nuevo estudio danés incide en una sencilla respuesta.
El estudio, publicado en Journal of Agricultural and Food Chemistry, sugiere que los productos lácteos fermentados como el queso contribuyen a la salud y la longevidad.
Los franceses disfrutan de una baja incidencia de accidentes coronarios y una esperanza de vida de 82 años, mientras consumen más de 23.9kg de queso año año. Los británicos, quienes consumen 11.6kg de queso al año, sufren el doble de enfermedades cardiovasculares y su esperanza de vida es de 81 años.
Bertram, científica de la Universidad de Aarhus en Dinamarca, comparó muestras de orina y heces de quince hombres cuyas dietas contenían queso y leche, y de otros que que comían mantequilla pero no comían otros productos lácteos.
Hanne Bertram encontró que aquellos que comían queso tenían altos niveles de acido butírico, un componente que tiene que está relacionado con la reducción de la obesidad y la aceleración del metabolismo.
En palabras de Bertram: «sugiere una relación entre el papel de la flora intestinal, el consumo de queso y la paradoja francesa.»
Ésta (aunque pequeña) investigación no es la única que relaciona el consumo de queso con la paradoja francesa. En 2012, otras investigaciones relacionaban específicamente al queso roquefort con la disminución de accidentes cardiovasculares, asociándolo a una mejora en la salud y la longevidad.
El doctor Ivan Petyaev y el doctor Yury Bashmakov dijeron que el queso, conocido por su maduración y estratos verdes, tiene propiedades especificamente anti inflamatorias que contribuyen a la persistencia de la llamada paradoja francesa.
En su estido escribió: «las observaciones indican que el consumo de vino tinto en solitario no puede explicar la paradoja y en cambio otros alimentos de la dieta francesa también pueden ser responsables de la reducción de la mortalidad. Nuestra hipótesis es que el consumo de queso, especialmente las variedades maduradas, pueden contribuir a la recurrencia de la paradoja francesa.»Los quesos madurados, incluyendo el Roquefort, pueden ser beneficiosos para la salud cardiovascular.»
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