Anchoas del Cantábrico

Este producto se ha convertido en todo un tesoro gastronómico para los paladares más finos. ¿Pero cómo no iba a ser así? Con lo bien que queda el toque salado en cualquier tapa.

El buen pueblo de Santoña es la meca de las mejores anchoas y una villa marinera con una fortísima tradición conservera. Su elaboración 100% artesanal al más puro estilo “Santoñés”, han dado lugar a un manjar exclusivo que tiene mucha historia detrás. Para contártela debemos remontamos a finales de 1800, cuando varios buques italianos llegaron a la costa Cantábrica en busca de bocarte, el pez con el que se elabora la anchoa. Para su sorpresa, en nuestros mares abundaban los bocartes, por lo que decidieron quedarse para enseñar a sus gentes las técnicas para su conservación y comenzar a abrir las primeras conserveras de la zona.

Jamón ibérico

Él es el eterno acompañante de un buen plato de queso. El jamón ibérico es un alimento con historia y un proceso de elaboración que ha pasado de generación en generación.

Un gran ejemplo de esta tradición jamonera es la que tiene la localidad salmantina de Guijuelo, donde se encuentra el jamón curado con sello nacional. Sabor dulce y una curación excepcional a más de 1.000 metros de altitud. Unos kilómetros hacia el sur, nos encontramos con el pueblo de Monesterio en Badajoz, especialistas en la elaboración cuidadosa y artesanal de productos derivados del cerdo. Esta localidad de la Sierra de Tentudía tiene tanta tradición jamonera que tiene una pata de jamón como monumento en la entrada del pueblo. No podíamos olvidarnos, por supuesto, del pueblo de Jabugo en Huelva. El principal productor de ibérico del país, donde se elabora el jamón con el mismo proceso de curación tradicional y buen hacer de hace años.

Atún rojo de almadraba

Este alimento procede de las almadrabas del litoral gaditano. La almadraba es una técnica de pesca milenaria, artesanal y selectiva que le aporta un valor gastronómico, ambiental y cultural a este alimento tan exquisito. El origen de esta técnica tiene más de 3.000 años de antigüedad, cuando los fenicios se asentaron en Baelo Claudia, la actual playa gaditana de Bolonia.  El pueblo de Zahara de los atunes debe su nombre a este oficio y al arte de la pesca del atún. Este hermoso pueblo marinero con un producto de fama internacional, ya que está considerado en Japón y el resto de Europa como el mejor del mundo.

Queso español

¡No podíamos olvidarnos de él! El queso es una de nuestras señas de identidad nacional y un manjar reconocido y aclamado en el extranjero.

Como ya os hemos contado en muchas ocasiones, si hay un pueblo quesero por excelencia es, sin duda, Fuentelobueno. El pueblo que une todo lo bueno con el queso de García Baquero. Sin embargo, nuestra historia comenzó en Alcázar de San Juan. Un buen pueblo de Ciudad Real que vio nacer nuestra tradición y donde Hersilio García Baquero elaboró nuestros primeros quesos hace más de 50 años.

Seguimos un proceso de elaboración tradicional que se preocupa, en primer lugar, por la recogida de la leche fresca todos los días. Así seleccionamos la mejor leche nacional para conseguir un producto de la máxima calidad. Nuestro segundo secreto es la fórmula maestra de nuestro mix de leches, con la que combinamos leche de oveja, cabra y vaca, utilizando un porcentaje mayor de leche de oveja.  Además, al formar la cuajada utilizamos fermentos naturales de cultivo propio, que otorgan una riqueza de sabor espectacular. El último paso de nuestra tradición es garantizar un afinado y maduración perfecta en manos del bueno oficio del maestro quesero. Así conseguimos los matices que hacen especial a cada uno de nuestros quesos y que estén para chuparse los dedos.

Nuestros quesos tienen sabor a pueblo y, aunque, nunca nos hemos separado de nuestras raíces, hemos trasladado nuestra tradición a otros buenos pueblos como Toro en Zamora, donde elaboramos nuestros quesos Tierra de Duero o nuestro queso de oveja POK y, Palas de Rei en Lugo, donde nacen nuestros quesos gallegos de Tetilla y Arzúa-Ulloa marca Castillo de Pambre.

Aceite de oliva virgen extra

Toca el turno a la una de las estrellas de la dieta mediterránea, el aceite virgen extra. Este buen alimento, tan codiciado en el mundo, es una auténtica joya de nuestra gastronomía y procede de tierras de olivos como son Extremadura, Castilla La Mancha o Andalucía.

A esta última pertenece el buen pueblo de La Victoria en Córdoba, donde su oro líquido es uno de sus productos más codiciados. En la misma provincia de Córdoba, encontramos el pueblo de Priego de Córdoba, donde nace una de las denominaciones de origen protegidas de aceite de oliva más reconocida y galardonada a nivel internacional; además de Pinedas de la Carlota donde conservan un proceso de elaboración propio y artesanal, con el sabor de siempre.

Otros buenos pueblos cuyo alimento es el aceite son, por ejemplo, Almodóvar del Campo en Ciudad Real o Monterrubio de la Serena en Badajoz, cuyo aceite Monterrubio cuenta con Denominación de Origen Protegida. Otro pueblo con una gran tradición aceitera es Fermoselle en Zamora en pleno corazón de los Arribes del Duero. Gracias a su clima mediterráneo continentalizado y atemperado, su Aceite de Oliva Virgen Extra se conoce desde la época romana, donde ya conocían el método tradicional de elaboración en almazara, a partir de la variedad de aceituna “Manzanilla”.

El azafrán de La Mancha

Llegó el turno de la única especia con reconocimiento nacional y Denominación de Origen Protegida. El azafrán español es una de los más valorados del mundo y compite en su producción con países como Marruecos, India y Grecia. El azafrán nacional procede, casi exclusivamente, de los grandes campos de cultivo de Castilla – La Mancha. El buen pueblo de Consuegra en Toledo es uno de los productores de este “oro rojo” que se extrae de las rosas. Tanto es así que el azafrán se ha convertido en un símbolo de su esencia manchega y todos los años le dedican la Fiesta de la Rosa del Azafrán el último fin de semana de octubre.  Un festejo que pone en valor la cultura de esta tierra y su preciado alimento.

Las fabas asturianas

Las fabas son el alma de la fabada asturiana, un plato irresistible para los amantes de la cuchara, pero ¿sabes por qué se ha convertido en uno de los principales símbolos culinarios de Asturias? El principal motivo es su tradición. Los asturianos trabajan la tierra de forma tradicional y recolectan las fabas con cariño y sus propias manos desde hace generaciones.  El segundo, unas cualidades únicas. La auténtica Faba Asturiana es grande, blanca y aplanada y se caracteriza tener una piel fina, una textura inigualable y, en palabras de los asturianos, por ser “pura manteca”. En la villa moscona de Grado en Asturias habitan algunas de las mejores cosechas de fabas y es frecuente, que este sea el lugar ideal para catar, saborear y premiar a los mejores productores.

Los calçots de Alto Campo

Los calçots son una variedad de cebolla blanca, dulce y alargada, muy popular en los meses de invierno y primavera en Cataluña. Su origen data del siglo XIX en la comarca de Valls en Tarragona y es el octavo de nuestros buenos alimentos.

Cuenta la leyenda que un campesino fue quien los descubrió y popularizó el ritual que debe seguir toda calçotada. Uno, asar los brotes tiernos a la brasa y, dos, bañarlos en una deliciosa salsa de almendras, tomate asado y ñoras, llamada Romescu.

El bueno pueblo de Alcover, también en Tarragona, destaca por el cultivo y el excelente sabor de sus calçots. Esta localidad situada a orillas del río Glorieta es, sin duda, el destino perfecto para organizar una buena calçotada

¡Hasta aquí hemos llegado! Nos ha encantado poder compartir contigo las tradiciones milenarias que todavía conservan los pueblos que hemos recopilado en nuestra galería de Buenos Pueblos.  Esperamos que te haya picado la curiosidad por conocer en profundidad su buen hacer y, por supuesto, el gran sabor de sus buenos alimentos. ¡Hasta la próxima!